"Escribir es... dar el sentimiento en letras" me dijo una vez hace mucho tiempo una amiga.

Tenía toda la razón, escribir me permite expresar todo aquello que pienso, siento y creo. Escribir me permite abrir un mundo lleno de posibilidades, que viaja...

No escribo nada tal vez realmente nuevo o que de una u otra no conozcan sin embargo, lo que escribo es eso, es lo que la vida me va permitiendo "palabrear" mientras la disfruto.

Bienvenidos a mi mundo!!!

lunes, 15 de mayo de 2017

Nombre a la vida?!

          Yo no sé si les habrá pasado eso de que el nombre de las cosas importe pero al menos en el mundo en el que yo me encuentro inmersa es algo que se las trae.
         
          Veamos, existe todo un área de la filosofía, de la lingüística y hasta de la historia cultural que trata sobre el lenguaje y los vocablos de las cosas, eso habla de nuestro interés por el tema de las palabras.

          Pero en la vida, qué repercusiones tiene el tema del nombre de las cosas o el uso de las palabras?

          En cuanto al área científica, académica, sí, es necesario darle nombre a las cosas y que esas palabras o nombres, a su vez, lleven consigo una detallada descripción de a qué refiere.
          
           Sin embargo, con todo y el avance de las comunicaciones, que acortaría las distancias y posibilitaría el hecho de evitar la duplicación, es posible encontrar propuestas que refieran a lo mismo utilizando vocablos distintos, no sinónimos, sino expresiones completamente diferentes para exactamente lo mismo.

          Por otro lado está la vida cotidiana, en donde, en este país, es posible utilizar un regionalismo tal como "chunche" para referirse a un mar de posibles objetos. 

         Ya hemos visto 2 caras de la moneda, una donde 1 palabra refiere a muchas cosas y otra donde muchas palabras refieren a la misma cosa.

          Pero qué pasa cuando cuando no hablamos de cosas sino del aspecto emocional de la vida?
 
          Resulta ser que los expertos siempre exponen la importancia de hablar las cosas, las emociones, situaciones o fenómenos que se están viviendo, "palabrearlos" diría alguna vez una profesora mía, o sea comunicar de alguna forma el mundo interior al exterior.

          Sin embargo, en un idioma donde la subjetivización, adjetivización, la importación de vocablos de otros idiomas o la construcción nueva de los mismos es posible y es algo de todos los días esta tarea se torna interesante.

          Atendamos a que he dicho que la idea, muy sana, además, de pasar del mundo interno al común externo es la recomendación, "palabrear" las cosas no implica establecerlas con un nombre sellado en piedra o ambar, de esos imposibles de cambiar, por el contrario lo que busca es la expresión artística, creativa y libre de aquello que alberga nuestro interior.

          Palabrear no es categorizar, menos en cuanto a cosas de la vida y el corazón se refiere... Quién dicta que para vivir feliz y tranquilo debas ponerle un nombre o categoría a lo que sientes? A tu relación? 

          Respuesta, nadie! La vida solo quiere que quien nos escucha pueda entender la música interior y no un diccionario de categorías delimitantes y limitantes.

          Mi conclusión es esta... La vida quiere y debería ser vivida, no limitada, nuestro interior compartido es música palabreada, no taxonomía restringida generalizada y limitada.

          Yo he decidido vivir, ser simplemente yo y ser feliz, en lugar de preocuparme de las etiquetas, los nombres, las normas y las palabras.